Ocho años de trabajo, inversión y aprendizaje: cómo Urunday Pigs combina la producción porcina con biodigestores para reducir el impacto ambiental

La granja Urunday Pigs, ubicada en Profundidad, Misiones, combina tradición, innovación y compromiso ambiental en la cría de cerdos. Con ocho años de trayectoria, apuesta por la genética de primer nivel, el cuidado sanitario y la instalación de biodigestores para reducir el impacto ambiental, generando empleo y proyectando un modelo sustentable.

Urunday Pigs es una granja porcina que nació hace ocho años como un proyecto familiar y que hoy se consolida como un emprendimiento de referencia en la zona de Profundidad. Su propietario, Julio Wolhein, recuerda que “arrancamos como un aprendizaje, paso a paso, hasta llegar a ser hoy productores primarios medianos con 60 madres en producción”.

La granja trabaja con genética Axiom, empresa que recientemente absorbió a Choice, garantizando calidad y confiabilidad. “Desde el primer momento tuvimos un acompañamiento serio, con reposición inmediata de animales cuando algo fallaba. La puntualidad en la entrega de semen y la seriedad de la empresa nos dieron confianza”, destacó Wolhein.

Uno de los ejes centrales del proyecto es la producción amigable con el ambiente. Este año, con gran esfuerzo, Urunday Pigs instaló su primer biodigestor. “El objetivo es reducir al máximo el impacto ambiental de la cría porcina y aprovechar los residuos para generar biogás y biol, un fertilizante que planeamos usar en una huerta dentro de la granja”, explicó el productor.

La puesta en marcha del biodigestor fue un desafío. “No se compra armado, fue como un rompecabezas: la lona, la instalación de gas, el motor… cada pieza se consiguió por separado hasta lograr ponerlo en funcionamiento”, relató Eliseo Villalba, licenciado en genética encargado del área. El sistema permite además eliminar olores, reducir insectos y aprovechar el metano, lo que impacta positivamente en la sanidad de los animales.

El crecimiento de Urunday Pigs también se apoya en el trabajo con instituciones locales. “Colaboran desde municipios como Profundidad y Candelaria, hasta empresas como LSM Agro, Biofarma y el NEA, además de nuestro veterinario Sebastián Patiño, que viene dos veces por semana”, señaló Wolhein.

El equipo de la granja está integrado por cinco personas con dedicación exclusiva. “No es fácil conseguir mano de obra calificada, pero hoy contamos con un personal comprometido que atiende la granja todos los días, feriados incluidos”, destacó el propietario.

A nivel productivo, Urunday Pigs desarrolla el ciclo completo: cría, recría, engorde y faena. Hace cinco meses comenzaron a faenar en una planta habilitada por el municipio, lo que mejoró notablemente la rentabilidad. “Antes vendíamos en pie y no rendía. Hoy podemos comercializar con más valor agregado”, afirmó Wolhein.

Actualmente, la granja obtiene entre 10 y 12 capones semanales, todos destinados al mercado local. “La idea es crecer con un transformador trifásico en trámite para instalar cámaras de frío y sumar una sala de elaboración, con productos como chorizos y milanesas”, adelantó el productor.

La historia de la granja está marcada por el esfuerzo familiar. “Empezamos con el apoyo de mi padre y familiares, aprendiendo a criar lechones. Yo trabajo como médico anestesiólogo en Buenos Aires y viajo dos semanas al mes para dedicarme a la granja. La idea es radicarme definitivamente en mi provincia”, contó Wolhein.

El campo, de casi 100 hectáreas, rodea el Parque Provincial Profundidad. “Buscamos una producción que no dañe el monte. No deforestamos, incluso dejamos árboles dentro de los galpones. El biodigestor fue la respuesta a la necesidad de manejar los efluentes sin dañar el entorno”, remarcó.

La inversión en porcinos es alta y la rentabilidad no siempre es inmediata. “Las jaulas de maternidad cuestan alrededor de 500 dólares y las de gestación 200. Todo esto, más galpones, equipos de frío, alimentación y agua, hace que sea costoso. La rentabilidad recién este año empezó a ser positiva”, comentó el empresario.

La sustentabilidad económica también es un reto. “Nunca accedimos a créditos ni subsidios. Todo lo que produce la granja se reinvierte. Es difícil, pero logramos generar empleo digno y mantener la producción”, dijo Wolhein.

El circuito productivo de Urunday Pigs apunta a cerrar el círculo ecológico. “Los desechos de la cría se transforman en energía y fertilizantes. Además, ya fabricamos un segundo biodigestor que usaremos para los residuos de faena, de manera de no mezclar grasas con heces”, explicó Villalba.

Villalba detalló que “las heces porcinas se conducen por tuberías hasta una cámara donde se mezclan y luego pasan al biodigestor, donde bacterias anaeróbicas generan biogás y biol. El gas se aprovecha en la granja y el abono se destina a la huerta”.

El proyecto se proyecta hacia adelante con optimismo. “Queremos ampliar la producción, sumar valor agregado con elaborados y seguir creciendo de manera sustentable. Sabemos que no es fácil, pero tenemos la convicción de que Urunday Pigs puede ser una granja modelo en la región”, cerró Wolhein.

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