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Misiones | El Mortero produce más de 70 toneladas de pulpa de frutas congeladas y comercializar en todo el país

En San Javier, Misiones, El Mortero ha logrado construir un modelo productivo integral que combina trabajo artesanal, desarrollo rural y compromiso ambiental, articulando la producción local con una red de distribución nacional desde Buenos Aires. Sin embargo, el ingreso creciente de pulpas importadas sin controles de calidad ni regulación amenaza su continuidad y la de más de 45 productores asociados en la región.


El circuito productivo de El Mortero en Misiones, empresa procesadora de pulpa de fruta, representa un modelo integral y sostenido de producción frutícola. Desde su fundación en 2015 por las familias Nizzoli, Villaverde y Jiménez la empresa ha consolidado una cadena que combina innovación, trabajo artesanal y desarrollo social en la región. Guido Luciano Nizzoli, ingeniero agrónomo y socio de la empresa afirmó: “Nos comprometemos no solo con la calidad, sino con el impacto social y ambiental de nuestro trabajo”, resaltando su visión de sustentabilidad.

En sus inicios, la empresa se centró en aprovechar las frutas que predominaban en el campo adquirido previamente, como la lima tahití, que inicialmente era un descarte. La historia de Guido refleja cómo la iniciativa surgió de la oportunidad: “La lima tahití en ese momento no valía mucho y estaba toda en el piso”, expresó. Poco a poco, incorporaron productores locales, incentivándolos a cultivar frutas tropicales para el proceso.

Actualmente, más de 45 productores en Misiones suministran diferentes frutas, principalmente maracuyá, mango, ananá, guayaba y papaya. “El compromiso es de todos: si les damos el plantín y el asesoramiento, ellos producen y nosotros procesamos”, explicó Nizzoli. La planta en San Javier recibe unos 120 toneladas anuales solo de maracuyá, que se transforman en aproximadamente 60 toneladas de pulpa.

En cuanto a las demás frutas acopiadas, es menor la cantidad, por diversos motivos; de mango reciben 10-12 toneladas, de ananá 6, y guayaba 5. También están incorporando mamón a su producción propia sumando por el momento 4-5 mil kilos al año. Sumando todas las frutas, resulta en aproximadamente 75 toneladas de pulpa extraída. Pero además, Nizzoli explicó que puede variar la cantidad, ya que dependiendo de la temporada y requerimientos de los clientes se adquieren otras frutas, lo que incrementa la producción.

El trabajo artesanal en el despulpado es uno de los ejes diferenciales de la empresa. Guido Nizzoli afirmó: “Preferimos hacerlo con manos expertas porque la calidad de la fruta despulpada es superior a la maquinaria automatizada”. En la planta, alrededor de 14 mujeres participan en ese proceso, asegurando precisión y cuidado en cada fruta. Además cuentan con otros 6 operarios en los campos de fruta, integrando un grupo de 20 personas fijas trabajando en la empresa.

Uno de los aspectos más destacados es el modelo de producción cerrado y sustentable. Los residuos, como cáscaras y pulpas, se transforman en proteína animal o se reutilizan en humos para el vivero, logrando así un circuito sin contaminantes. Nizzoli sostuvo que “este circuito cerrado nos permite cuidar el medio ambiente y reducir el impacto ecológico”.

El esquema productivo contempla la inclusión social y el desarrollo rural mediante la incorporación activa de pequeños productores. “Les damos plantines, asesoramiento y compramos toda su producción”, remarcó. Esta estrategia ha permitido que muchos agricultores, en su mayoría yerbateros, tengan una alternativa a la crisis, con buenos retornos económicos.

La empresa también se ocupa de gestionar toda la logística y distribución a nivel nacional desde Buenos Aires, enviando sus pulpas y frutas picadas en transporte congelado a varias provincias del país. “Nuestro objetivo es llegar a todos los rincones de Argentina y potenciar la fruticultura tropical en Misiones”, afirmó Guido Nizzoli.

En cuanto a los desafíos y la situación del mercado, las importaciones afectan el crecimiento. “No queremos comprometernos con más productores si no podemos garantizar la venta y la compra, por eso nos mantenemos cautelosos”, expresó. Sin embargo, el entusiasmo por expandir el proyecto sigue vigente, siempre priorizando la calidad y el impacto social.

En su visión de futuro, El Mortero aspira a ser una planta modelo que conserve el equilibrio ecológico, con procesos sostenibles y respetuosos del ambiente. “Estamos trabajando en una planta que sea un ejemplo de producción limpia y sustentabilidad”, concluyó Guido Nizzoli, destacando el compromiso de la empresa con el desarrollo responsable de la fruticultura en la región.

Con cede en Buenos Aires, la distribución se hace a todo el país


La comercialización de El Mortero ha evolucionado significativamente en los últimos años, consolidando su presencia en diferentes regiones del país. Desde sus comienzos con pulpas congeladas, lograron posicionarse en el mercado nacional gracias a la calidad de sus productos 100% naturales, sin conservantes ni aditivos. Sabrina Giménez, gerente socia, comentó: “Estamos lanzando al mercado una línea de mermeladas tropicales de tres sabores, guayaba, papaya y mango-maracuyá.”

La estrategia de expansión incluyó la participación en eventos especializados como la Feria Caminos y Sabores, donde su primera muestra de mermeladas tuvo una buena acogida. “La participación en ese evento fue nuestro primer sondeo, y las mermeladas gustaron mucho”, destacó Giménez. Actualmente, sus productos están disponibles en varias provincias argentinas, con planes próximos de agregar también la producción directa de mermeladas en Misiones para optimizar la logística.

El Mortero ofrece diferentes formatos adaptados a las necesidades de sus clientes, incluyendo pulpas en envases de medio kilo, kilo, bolsas de 5 kilos y tachos de 9 kilos. “Trabajamos mucho con la industria, que nos pide formatos específicos, como pulpa en trozos o en gajos, dependiendo del requerimiento”, explicó la gerente. Este enfoque flexible ha sido clave para su crecimiento en el sector industrial y comercial.

El trabajo personalizado también se extiende a sus clientes comerciales, como heladerías y cervecerías artesanales. “Los heladerías son uno de los principales rubros que solicitan nuestros productos, y en cervecerías que innovan con sabores frutados”, afirmó Giménez. La colaboración con estas industrias impulsa constantemente la innovación en la oferta de sabores y productos nuevos, generando alianzas permanentes.

Por su parte, la distribución abarca todo el país. Desde Buenos Aires y Misiones, los pedidos se despachan en diferentes formatos y se entregan en cada región. “Contamos con distribuidores en varias provincias, como Mendoza y Tucumán, y también las ventas directas en la provincia de Misiones”, resaltó la gerente, quien remarcó su cercanía y atención personalizada a cada cliente.

El proyecto de ampliar la línea de productos sigue firme. “Estamos en las primeras etapas de exportación y trabajando en nuevas líneas, como dulces de corte y jugos, con una inversión importante para seguir creciendo”, indicó Giménez. La visión es que El Mortero se convierta en una marca reconocida en todo el país y, eventualmente, en destino internacional, siempre priorizando la calidad y la atención personalizada.

A lo largo de los años, la empresa ha tenido que adaptarse a las variaciones del mercado y a las preferencias del consumidor. “Nuestro diferencial es que nuestras pulpas son completamente naturales y de alto rendimiento para la industria”, afirmó. La calidad del producto y el seguimiento cercano al cliente han sido fundamentales para diferenciarse y sostener su crecimiento en un mercado competitivo.

La competencia desleal de productos importados golpea a productores nacionales

La apertura del mercado argentino a frutas y pulpas importadas ha generado una situación crítica para emprendimientos locales como El Mortero. Con un consumo interno que ya se encuentra estancado, la llegada masiva de productos del exterior, en muchos casos sin los debidos controles de calidad, representa una amenaza directa a la sustentabilidad de este tipo de emprendimientos. Así lo expresaron Nizzoli y Giménez, quienes alertaron sobre el impacto de esta competencia desleal.

“Está entrando producto importado de forma descontrolada, en un mercado que ya está exprimido. Nosotros no podemos competir con productos de China o Brasil que tienen 40 o 50 años de estabilidad y acceso a crédito. Acá en Argentina eso no existe para los emprendedores”, afirmó Nizzoli. Mientras que en otros países los procesos están altamente mecanizados, en El Mortero todo se hace artesanalmente, lo que implica una mayor inversión de tiempo y esfuerzo. Esta desventaja estructural se agrava por la falta de financiamiento y créditos que fortalezcan a los pequeños productores.

Además de la desigualdad en términos de producción y acceso al crédito, otro aspecto alarmante es la diferencia en los estándares de calidad. “Nosotros no agregamos una gota de agua, ni conservantes, ni colorantes. Pero competimos con productos que vienen rebajados y con aditivos. En el mercado no hay una competencia pareja”, señaló Nizzoli. Si bien algunos clientes siguen eligiendo la calidad, muchos priorizan el precio en un contexto económico difícil, lo que pone en jaque la viabilidad del emprendimiento.

Por su parte, Giménez destacó que la empresa sigue apostando al crecimiento a pesar del panorama adverso. “Tuvimos muchos cambios desde que iniciamos, y esta apertura afectó en gran medida al comercio nacional. Sin embargo, seguimos trabajando para llegar de forma directa al consumidor, y estamos agradecidos de que quienes prueban nuestras pulpas nos sigan eligiendo”. A través de sus canales digitales, El Mortero busca generar nuevas alianzas y expandir su red de distribución en todo el país.

La situación no sólo pone en riesgo el futuro de la empresa, sino también el sustento de decenas de familias que dependen directa o indirectamente de su producción. “Somos muy chiquitos, pero hay 20 personas trabajando directamente con nosotros y más de 40 familias productoras que nos venden. Si no se regula el ingreso de producto importado y no hay acceso al crédito para los pequeños productores, nos vamos a fundir todos”, concluyó Nizzoli. Frente a este panorama, los emprendedores piden visibilidad, respaldo y políticas que equilibren las condiciones del mercado para seguir produciendo con calidad y compromiso local.

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