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Jejy’a: el fruto del palmito que seduce por su sabor intenso y su cultivo sustentable

El Jejy´a, conocido como el “açaí misionero”, está ganando terreno como un producto regional distintivo de Misiones. Myrna Korniejczuk, una de las pioneras en la elaboración de mermeladas con este fruto y oriunda de Andresito, destacó la importancia de llamarlo por su nombre propio, Jejy´a, para diferenciarlo del açaí de Brasil. “Es un producto muy nuestro, extraído directamente del monte nativo”, señaló Myrna. Esta distinción no solo reside en el nombre, sino también en el método de producción artesanal y en su sabor más dulce y nutritivo.

En un esfuerzo por preservar el palmito, Sabores de la Selva Misionera, el emprendimiento liderado por Myrna y su familia, se ha comprometido a elaborar productos a partir del Jejy´a. “Nosotros seguimos trabajando en forma artesanal con este producto”, afirmó. Esta iniciativa surgió luego de que se identificara la necesidad de proteger el palmito, que había sido casi devastado por la explotación para el corte del cogollo. La comunidad aborigen colaboró en este proceso, aportando el nombre Jejy´a, que significa “pulpa del fruto del palmito”.

Jejy’a
Jejy’a

Un año que se sintió la sequía

Este año, la producción del Jejy´a se vio seriamente afectada por las condiciones climáticas. Myrna explicó que la sequía que azotó la región en años anteriores volvió a impactar este verano, afectando la maduración de las semillas. “No pudimos hacer ni un kilo de pulpa”, lamentó. “Antes de madurar, las semillas cayeron verdes debido al maltrato de la sequía”. A pesar de estos desafíos, la familia Korniejczuk continúa reforestando el monte nativo con nuevas semillas, aunque es un proceso lento, ya que una planta puede tardar entre ocho y doce años en dar frutos.

La economía circular es un pilar fundamental en Sabores de la Selva Misionera, que es un proyecto que sigue los pasos de la antigua cooperativa que impulsó esta elaboración, pero que según Myrna, por cuestiones adversas la misma tuvo que cerrar sus puertas. Sin embargo, bajo la nueva marca buscan seguir promoviendo el cultivo y la regeneración del monte misionero, tanto con el fruto del palmito, como con otras frutas nativas misioneras.

Myrna y su equipo también producen mermeladas y pulpas de frutas como la pitanga, yabuticaba y guavijú. “Estamos reforestando nuestra parte de la chacra con estos frutales nativos”, explicó, subrayando la importancia de mantener una oferta diversa y sostenible.

Además explicó que “compramos los frutos y pulpas que nuestros vecinos tengan para vender o elaborar”, explicó Myrna, destacando la colaboración con otras familias de la comunidad, siguiendo el espíritu de cooperativismo que aún persiste. Este modelo no solo fomenta la sostenibilidad económica, sino que también contribuye a la conservación del medio ambiente, evitando la tala indiscriminada del palmito.

Jejy’a

Un sabor regional que conquista turistas

El Jejy´a ha comenzado a ganar reconocimiento en el sector gastronómico de Puerto Iguazú. “Los chefs buscan nuevas alternativas para dar a conocer a turistas sabores regionales”, comentó Myrna. Este fruto no solo enriquece la oferta culinaria, sino que también promueve un mensaje de conservación del monte nativo. “La idea es que cada turista sepa que es un fruto sustentable”, enfatizó.

Una de las grandes aspiraciones de Myrna es que el Jejy´a se reconozca como un producto único de Misiones. “Anhelo muchísimo que se identifique realmente como un producto nuestro”, señaló. El objetivo es que la gente lo diferencie claramente del açaí brasileño, fomentando su aceptación y reconocimiento en el mercado.

Conservación del monte nativo: un compromiso comunitario

El cuidado del monte nativo no solo es una responsabilidad de Sabores de la Selva Misionera, sino de toda la comunidad. “Anhelo que mis vecinos y todos que aman nuestro monte nativo y lo reforesten”, expresó Myrna. El esfuerzo por conservar y reforestar el monte ayuda a mantener la biodiversidad, beneficiando tanto a la fauna como a la flora local.

A pesar de los desafíos, Myrna se mantiene optimista sobre el futuro del Jejy´a. Ella cree que, con el tiempo y el esfuerzo comunitario, este fruto puede convertirse en un emblema de la región. “Nuestro anhelo es que haya semillas todos los años para seguir trabajando”, concluyó.

El trabajo de Myrna y su familia no solo aporta al desarrollo económico de la región, sino que también deja un legado de conservación y amor por el monte misionero. La historia del Jejy´a es un ejemplo de cómo la innovación y la tradición pueden unirse para crear un producto único y sostenible.

Jejy’a
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