Tras la nueva avanzada del gobierno nacional que quitó más facultades al Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), productores de Misiones advierten que crece la desprotección, se profundizan los problemas de sobre stock y los precios siguen por debajo de los costos. La zafriña, aún sin señales de inicio, expone un cierre de año crítico para el sector.
La situación del sector yerbatero atraviesa uno de sus momentos más delicados en los últimos años. Productores de la zona sur, particularmente de Concepción de la Sierra, advierten que la desregulación impulsada por el Gobierno Nacional y profundizada esta semana mediante un nuevo DNU que quita más facultades al INYM, deja a toda la cadena productiva en un escenario de incertidumbre, costos crecientes y precios que no alcanzan a cubrir lo invertido.
Raúl Barrufaldi, productor de Concepción de la Sierra, sintetiza el clima actual: “Estamos pasando por un momento delicado… solos, desorientados en lo económico y casi insolventes. Venimos sin un norte”, asegura. Aunque no están en plena cosecha, el final del año llega con números en rojo y sin señales de mejora inmediata.
La zafriña, que debería habilitarse por ley el próximo 1º de diciembre, tampoco genera expectativas positivas. “Todavía no hay ningún rumor en los secaderos de que vayan a habilitar la hoja verde”, explica Barrufaldi. De avanzar, afirma, sería “seguir trabajando en rojo, tanto para el productor como para los secaderos chicos”, debido a los valores actuales, que se ubican en torno a 285 pesos por kilo con pagos a 30, 60 y hasta 90 días.
El productor detalla que los costos reales del trabajo en chacra se ubican muy por encima de ese valor. “Tendría que ser por lo menos 400 o 410 pesos para empezar a cerrar números”, señala, aunque reconoce que pedir esos montos “es imposible” en el contexto actual. Las diferencias entre zonas y la distancia a los secaderos generan aún más disparidad.
En este contexto, otro productor de Concepción de la Sierra, Andrés Danekilde, coincide en que la crisis golpea fuerte al pequeño y mediano yerbatero. “La situación del yerbatero hoy es muy mala. La verdad quedó solo el yerbatero. Retrocedimos. El que no es molinero o secadero no tiene chances: el precio que nos están pagando no sirve para nada”, advierte. Señala que muchos productores no pueden siquiera adquirir insumos básicos: “No podés comprar gasoil para arreglar los yerbales. Terminó la cosecha y no quedó plata para hacer limpieza ni para pagar a la gente”. Para Danekilde, quienes dependen exclusivamente de la yerba atraviesan “una situación muy fea”.
A este cuadro se suma el impacto del reciente DNU que eliminó más facultades del INYM para “intervenir” en el precio. La medida, señalan productores y dirigentes, podría agravar el sobre stock que ya existe. Barrufaldi lo confirma: “Se entiende que estamos desprotegidos desde la desregulación del presidente y cada vez más solos. Antes, por lo menos, teníamos un parámetro de costo. Hoy no tenemos una línea oficial”.
Otro efecto visible es la salida masiva de mano de obra hacia Brasil. “El 90% de los tareferos que trabajaban con nosotros se fue. No por gusto, sino por necesidad”, afirma Barrufaldi. Aunque los salarios en el país vecino no son significativamente mayores, la falta de ingresos estables en Misiones empuja a muchas familias a buscar alternativas.
La situación recuerda a lo que ocurre en el sector tealero, donde productores como Christian Klingbeil comenzaron a abandonar sus plantas por falta de rentabilidad. En el caso de la yerba mate, Barrufaldi señala que “en nuestra zona todavía no pasó”, aunque no descarta que pueda ocurrir si la tendencia continúa.
A pesar del panorama, existe un núcleo de productores jóvenes que sigue apostando a la actividad. Entre los 25 y 30 años, muchos continúan plantando con la expectativa de mejores condiciones futuras. “La yerba siempre deja su cuota para la economía de la chacra, aunque hoy no sea rentable”, destaca.
Históricamente, el sector atravesó ciclos de precios bajos y falta de regulación, pero para muchos la diferencia actual es la ausencia de un organismo fuerte que equilibre los intereses dentro de la cadena. Sin un precio oficial de referencia y con costos que suben mes a mes, la ecuación para el pequeño productor se vuelve cada vez más difícil.
Con un cierre de año marcado por la inflación, el sobre stock y la desregulación, los productores advierten que la única salida inmediata es resistir hasta que la situación macroeconómica mejore. “La solución muchas veces está en la chacra: al que no le cierra el número, que no venda hoja verde”, concluye Barrufaldi, aunque reconoce que la mayoría necesita vender para sobrevivir.
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— misionesonline.net (@misionesonline) November 21, 2025



