La ingeniera agrónoma y docente de la Universidad Nacional de Río Cuarto, Silvana Amín, aboga por una educación que no solo forme profesionales desde un enfoque productivista, sino también sustentable. En el marco de la materia “Sistema Suelos”, que se dicta en el segundo año de la carrera de Agronomía, Amín trabaja sobre el aprovechamiento de los residuos generados por actividades agropecuarias, enfocándose especialmente en la reutilización de los desechos ganaderos.
Amín explicó la problemática generada por la concentración de la ganadería en superficies reducidas. “La expansión de la agricultura concentró a la ganadería en menor superficie con mayor cantidad de animales, lo que condujo a una concentración de excretas y a un alto riesgo de contaminación de napas freáticas y de la atmósfera”, afirmó.
La agrónoma destacó que, aunque Argentina no presenta grandes emisiones de gases de efecto invernadero, sí enfrenta este tipo de concentraciones. Un ejemplo clásico de esta situación es el de los tambos. Amín detalló: “Hasta hace un par de años, los tambos más pequeños tenían una laguna que nunca se llenaba porque estaba en contacto directo con la napa. Si se mide la calidad del agua en los molinos cercanos a la sala de ordeñe, se observa una notable variación en la cantidad de nitrógeno”.
Para solucionar este problema, la ingeniera propone la impermeabilización de las lagunas y su posterior gestión como biofertilizantes. Amín explicó que el uso de estos residuos como fertilizantes puede ser una alternativa viable debido a que contienen macronutrientes esenciales como el nitrógeno y el fósforo. “Cuando desvinculás la laguna de la napa, se llenará. Antes no pasaba porque el agua se filtraba por debajo. Ahora debemos pensar en alternativas, y una de ellas es utilizar el residuo en el suelo como biofertilizante”, indicó.
La agrónoma enfatizó la importancia de una correcta gestión y preparación del residuo, destacando que requiere ser estabilizado y pasar por etapas como la termofílica, donde las altas temperaturas reducen la carga bacteriana. “Es esencial hacer un tratamiento y medir las características del residuo para realizar un balance de nutrientes adecuado y evitar la contaminación de otros compartimentos como el agua o el aire”, sostuvo.
Además, Amín señaló que este enfoque no solo es beneficioso para el medio ambiente, sino también económicamente. “Realizamos ensayos de investigación midiendo cuánto aplicamos, qué cantidad tenía el residuo y cuánto rindió. En años con buenas precipitaciones, los resultados fueron positivos”, afirmó. Los estudios realizados en cultivos como maíz y soja demostraron que el uso de residuos ganaderos como fertilizantes mejora los rendimientos de manera significativa.

“Tuvimos un caso en el que una dosis máxima rindió un 66% respecto a un testigo. El año anterior, con una dosis intermedia, fue del 35%. La prueba es estadísticamente significativa desde el punto de vista científico”, concluyó Amín.
Silvana Amín, ingeniera agrónoma y docente, promueve el uso de efluentes ganaderos como biofertilizantes para mejorar la sustentabilidad agrícola. En el marco de su cátedra “Sistema Suelos”, destaca los beneficios económicos y ambientales de esta práctica, que mejora los rendimientos de cultivos como maíz y soja.
Fuente: Bichos de Campo.
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