Con costos altos y una cosecha afectada por el ácaro, el sector tealero insiste en que el valor acordado no es suficiente

Productores de la zona centro advierten que el acuerdo de 100 pesos por kilo queda por debajo de los costos reales. Fabián Labán, representante de productores en la Coproté, describe un escenario crítico marcado por demoras en los cobros, subas de insumos y el fuerte impacto del ácaro en la última cosecha.

La última reunión de la Coproté dejó un sabor amargo entre los productores de té. Fabián Labán, productor y representante del sector, contó que “esperábamos una actualización del precio en valor dólar que respalde el precio del té, porque estamos muy complicados hoy por hoy”. Según explicó, el esquema de pagos con cheques del Ministerio del Agro generó fuertes demoras, ya que “hay que crear una caja de ahorro, muchos productores no tienen CETYM y eso complica cobrar”.

El problema no es menor: la mayoría tiene cheques acumulados, pero poco efectivo disponible para sostener el día a día. A eso se sumó que, pese a las expectativas, no hubo ajuste por dólar. “Para mí, con la planilla que hice, el precio del té tendría que estar entre 103 y 106 pesos el kilo, y se acordó en 100”, planteó Labán, marcando una brecha que condiciona la rentabilidad.

El impacto económico es directo. El productor afirmó que el sector enfrenta “mano de obra cara y combustible carísimo”, una combinación que vuelve casi imposible equilibrar las cuentas. Cuenta que la actividad hoy “trabaja prácticamente empatada o con una ganancia mínima”, mientras deben mantener los teales y las maquinarias, con costos que no dejan de subir.

Muchos productores nuevos, o aquellos que invirtieron en maquinaria y camiones, ya señalan que están trabajando en pérdida. Labán lo reconoce sin rodeos: “Si mirás lo que vale una máquina o un camión, realmente estás trabajando a pérdida, pero no queda otra porque arrancar el té es muy complicado”. Por eso insiste en sostener las plantaciones y buscar nuevas formas de agregar valor.

En ese sentido, el representante remarcó que en cada reunión insiste en que el Estado acompañe estrategias para diversificar la oferta. “Siempre le pido al gobierno que tratemos de sacar alguna bebida o infusión en base al té”, dijo, recordó que gran parte del té misionero se exporta a Estados Unidos, donde se transforma en productos de mayor valor como tés fríos y mezclas listas para consumir.

Labán cree que es un camino posible también en el mercado interno. “Probé varias bebidas en base a té que acá casi nadie conoce; si la gente empieza a consumir, tendríamos más consumo interno y no dependeríamos tanto de la exportación”, explica, señalando que el hábito cultural sigue orientado al café o al mate cocido. En los comercios, sostiene, el té queda relegado.

La falta de inserción del té industrializado en el propio mercado misionero también juega en contra. Para el productor, “el café vende muchísimo, y el té la gente lo deja de lado; no hay un consumo fuerte”. Esa debilidad interna limita oportunidades y presiona aún más al precio que reciben los productores en origen.

A los problemas económicos se sumó este año un fuerte desafío climático. Labán detalló que el frío fue determinante para la propagación del ácaro. “Tuvimos un 60 a 70% del té de la zona centro afectado; muchos productores tiraron la cosecha”, señaló. En zonas como San Vicente, Dos de Mayo y Aristóbulo del Valle, el daño fue severo y generó pérdidas importantes.

La situación obligó a insistir con la necesidad de habilitar herramientas de control. Durante meses, el uso de Magister —un acaricida de banda amarilla— estuvo restringido en la provincia. “Fue una lucha, pero logramos liberar el producto para uso controlado; es el único que mata al ácaro”, explicó. Con el cuidado del tiempo de carencia para evitar residuos, los productores comenzaron a recuperar los lotes.

Gracias a ese manejo, la segunda cosecha está mostrando mejores signos. “Está viniendo muy linda; ojalá nos acompañe la lluvia, porque si no llueve volvemos a tener problemas”, concluyó Labán, dejando en claro que, entre precios ajustados, insumos altos y clima inestable, el té atraviesa un momento decisivo.

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