Sistema de cultivo en canaletas: evalúan su viabilidad y cuál es el sustrato ideal

La ingeniera agrónoma Lorena Bárbaro lleva adelante en Misiones una serie de ensayos experimentales con cultivos en canaletas, un sistema alternativo al uso de bolsas, para determinar qué sustratos son los más estables y eficientes. El estudio contempla cultivos como acelga, lechuga y, a futuro, flores de corte y hortalizas de fruto.

En un contexto donde los sistemas de cultivo intensivo buscan eficiencia y sustentabilidad, la ingeniera agrónoma Lorena Bárbaro desarrolla un ensayo en la provincia de Misiones centrado en el sistema de cultivo en canaletas. Este método, aunque aún no tan masivo como el cultivo en bolsas, ofrece ventajas clave como mayor durabilidad del sistema y reutilización del sustrato.

Actualmente, Bárbaro trabaja con acelga y lechuga, pero su objetivo es expandir los ensayos a otras hortalizas de hoja, hortalizas de fruto como el tomate, tomando a la frutilla como una de las ya desarrolladas, e incluso flores de corte. “Este sistema se inició con frutilla, pero quiero evaluar también su uso en flores, especialmente de bulbo”, explica la especialista.

Su foco principal está en la elección de sustratos adecuados para este tipo de sistema. En su ensayo utiliza mezclas de corteza de pino compostada y turba, en distintas proporciones, para evaluar variables como la retención de agua, la aireación y la estabilidad física a lo largo del tiempo.

“Lo que busco es un equilibrio entre retención y porosidad”, señala Bárbaro. Para ello, prepara sustratos más aireados y otros con mayor retención, y analiza su rendimiento en cada cultivo. Además, planifica estudiar la estabilidad del sustrato durante un año completo, incluso al ir rotando las especies cultivadas.

Por ahora, los resultados visuales son prometedores: las plantas crecen bien en todos los tratamientos. Pero la agrónoma aclara que resta realizar mediciones en planta, como masa seca aérea y radical, diámetro de cabeza en lechuga y número de pencas en acelga, para determinar diferencias reales entre los sustratos.

Entre los materiales evaluados, el compost de corteza de pino es clave por su disponibilidad en Misiones. Sin embargo, Bárbaro detecta que es necesario incorporar un porcentaje de turba para mejorar la retención hídrica. En sus ensayos, las proporciones de compost de corteza van del 100% al 25%.

“Los sistemas mixtos son una buena alternativa, pero hay que evaluarlos”, afirma. Una vez determinado el sustrato más eficiente, comenzará a modificar otras variables como el tipo de riego y el tamaño del contenedor para afinar aún más el sistema.

Además del crecimiento vegetal, Bárbaro realiza mediciones de pH y conductividad eléctrica semanalmente a partir del lixiviado de cada canaleta. Esto le permite generar una curva de evolución química durante el ciclo del cultivo.

Aunque no interviene en los ensayos para no alterar los resultados, en cultivos comerciales sí usa estas mediciones para ajustar fertilización o corregir el pH. “Son parámetros clave para no llegar a perder una planta”, sostiene.

Como consejo práctico para productores, sugiere recolectar agua de aire acondicionado o usar agua destilada, aplicarla al sustrato y medir el lixiviado con un peachímetro o multímetro portátil. Una práctica sencilla que puede ayudar a mantener el cultivo en rangos óptimos de nutrición y acidez.

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