El conflicto bélico entre Israel e Irán ha disparado los precios de los fertilizantes, generando preocupación en productores europeos y argentinos. La interrupción de la producción en Medio Oriente y nuevos aranceles en la UE complican el panorama, obligando a los agricultores a replantear sus estrategias.
El panorama bélico entre Israel e Irán ha comenzado a impactar de manera significativa en el mercado internacional de fertilizantes, generando una preocupación palpable entre los productores agrícolas, especialmente en Europa y América Latina. La reciente escalada de tensiones ha provocado que varias plantas productoras de amoniaco y urea en Medio Oriente detengan su actividad, afectando considerablemente la oferta global de estos insumos.
La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de España expresó su alarma ante la situación actual, subrayando que “la amenaza es real”. Según la COAG, Irán ha clausurado temporalmente siete de sus plantas de amoniaco y urea, mientras que Egipto ha cesado su producción debido al corte de gas procedente de Israel. Esta situación ha dejado fuera de circulación aproximadamente el 40% de la producción mundial de urea, lo que ha llevado a una subida de precios en el mercado.
A esta coyuntura se suma la reciente decisión de la Unión Europea de imponer nuevas tasas sobre los fertilizantes rusos. A partir del 1 de julio, se aplicará un arancel básico del 6,5%, además de gravámenes adicionales que oscilarán entre 40 y 45 euros por tonelada, incrementándose hasta 430 euros por tonelada en 2028. En la última semana, los precios de la urea han aumentado un 7%, alcanzando los 425 euros por tonelada, mientras que el nitrato amónico calcáreo y el fosfato diamónico (DAP) han registrado incrementos del 5% y 4% respectivamente.
En Argentina, la situación ha encendido las alarmas entre los productores agrícolas que se encuentran en plena demanda de fertilizantes para la siembra de trigo, un cultivo que requiere una planificación minuciosa. Este contexto de incertidumbre y precios elevados añade un estrés adicional a los empresarios agrícolas, que aún no han adquirido los insumos necesarios y que esperan ajustes en los precios que se alineen con los márgenes proyectados del cultivo.
La incertidumbre ha generado nerviosismo entre los distribuidores de nutrientes en Argentina, quienes observan con preocupación cómo los productores retrasan sus decisiones de compra. Este fenómeno no solo afecta al trigo, sino también a aquellos que planifican la siembra de maíz y soja en la última etapa del año, quienes ahora deben enfrentar un mercado volátil e incierto.
Estrategias para enfrentar la crisis
Desde COAG, se ha instado a los productores a “planificar, ajustar y digitalizar” sus operaciones para mitigar el impacto de esta crisis en el mercado de insumos. “Este no es un susto puntual”, han advertido, recordando que “cada vez que hay una crisis geopolítica, el mercado agrícola se tambalea”. Este llamado a la acción refleja la necesidad de adaptarse rápidamente a las nuevas condiciones del mercado.
Las crisis geopolíticas tienen un efecto dominó en los mercados globales, especialmente en el sector agrícola. La dependencia de insumos específicos y la volatilidad de los precios generan desafíos significativos para los productores, quienes deben ajustar sus estrategias para continuar siendo competitivos en un entorno cada vez más complejo y cambiante.



