Yerba Mate | Analista apunta que mientras el productor recibe menos por la hoja verde, los consumidores pagan más en góndola

Un análisis económico del consultor y ex ministro Sebastián Oriozabala se cruza con el testimonio de un productor de yerba mate, que describe un panorama crítico marcado por la caída del precio en chacra, la suba en góndola y el creciente endeudamiento del sector. La desregulación, afirman, profundizó un proceso de concentración que deja en jaque a miles de familias rurales.

La cadena yerbatera atraviesa uno de los momentos más tensos de los últimos años. Mientras el precio en góndola se incrementó de manera sostenida, el valor que recibe el productor primario volvió a caer a niveles que para muchos resultan imposibles de sostener. El análisis técnico y la voz de quienes viven la crisis todos los días coinciden en un diagnóstico: la desregulación profundizó la transferencia de ingresos hacia los grandes molinos.

El consultor Sebastián Oriozabala, ex ministro del Agro y la Producción y titular de la consultora Impulsa, realizó un repaso histórico del comportamiento del mercado. “Si al productor se le paga menos, ¿el consumidor paga menos? La respuesta es no”, planteó al iniciar su análisis.

Según explicó, en la década del 90 el valor pagado al productor cayó de 0,21 a 0,07 centavos de dólar por kilo de hoja verde. Sin embargo, lejos de bajar, el precio en góndola aumentó de 1,9 a 3,4 dólares por kilo. “Hubo una transferencia directa de rentabilidad al grupo concentrado de molinos”, sintetizó.

El punto de inflexión llegó con la creación del INYM en 2002. Con mecanismos de regulación y una mesa de precios, el valor en chacra se recuperó de forma gradual hasta alcanzar 0,53 dólares en septiembre de 2023. A la par, el precio para el consumidor bajó a un promedio de 2,5 dólares por kilo. “Con el INYM funcionando, el productor ganaba más y el consumidor pagaba menos”, remarcó Oriozabala.

Ese esquema se quebró a partir del DNU 70/2023 que desreguló el mercado yerbatero y posteriormente derogó artículos clave del Instituto. “Se desmontaron las funciones de control de oferta, precios y cupificación. Y los datos muestran el impacto: el productor pasó de 0,53 a 0,22 en diciembre de 2023, y a 0,16 centavos de dólar actuales”, explicó el consultor.

Paralelamente, el precio en góndola volvió a escalar y hoy ronda los 3,5 dólares por kilo, un incremento del 47% en dos años. “No existe actividad con una rentabilidad así. Y mientras tanto, la materia prima cayó más del 120%. La brecha se amplió de manera violenta”, analizó.

Este contexto, advierte, generó tensiones nuevas dentro del propio sector productivo. Algunos proponen no cosechar en la zafriña para presionar por mejores valores, mientras que otros, por necesidad, intentan avanzar igual aunque sepan que el pago será incierto.

En ese punto, la voz de los productores aporta crudeza a lo que muestran los números. Luis Andrusyszyn, yerbatero del sur misionero, fue tajante: “No hay economía que aguante. Cosechamos, entregamos y no nos pagan. Hay cheques vencidos de meses atrás”.

Para Andrusyszyn, la decisión de no cosechar en esta zafriña no es un capricho sino una urgencia. “¿Para qué cosechar si no te la van a pagar? Es financiar la fiesta de los secaderos. Nosotros tenemos compromisos familiares, deudas. No se puede subsistir así”, sostuvo.

El productor describió una relación cada vez más desigual. Denunció que los secaderos reciben la materia prima, la procesan y la comercializan, pero dilatan o directamente incumplen los pagos. “Queremos que dejen de estafar al productor. Esto no da para más”, enfatizó.

A esto se suma el impacto del aumento de costos. “Antes con tres kilos de hoja verde comprábamos un litro de gasoil. Hoy necesitamos entre 10 y 12”, explicó. El encarecimiento del combustible y de los insumos agrícolas —fertilizantes, herbicidas, aceites— dejó a muchos sin posibilidad de hacer tareas básicas en sus chacras.

La situación llevó incluso a un fenómeno que recuerda a la crisis del 2000: la venta acelerada de chacras. “Hay una migración increíble. Las tierras valen cada vez menos porque la yerba no tiene valor. Mucha gente está abandonando la actividad”, alertó el productor.

Andrusyszyn también cuestionó las políticas nacionales que, según afirma, favorecen a los grandes grupos industriales. “No nos tienen en cuenta a 12.500 productores, pero sí a cuatro o cinco molinos. Es una tomada de pelo”, afirmó.

El enojo y el agotamiento se sienten en sus palabras. “Estamos indignados. La gente no puede comprar carne, no llega a fin de mes. De pobres pasamos a indigentes. ¿Hasta cuándo vamos a aguantar?”, expresó con preocupación.

En este escenario, los yerbateros comienzan a organizar medidas. Este jueves se realizará una reunión en San Vicente entre productores autoconvocados para definir pasos a seguir, con especial foco en los cheques adeudados y rechazados, y la posibilidad de avanzar en nuevas acciones de movilización.

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