Las exigencias para exportar té: controles, calidad y la clave de la versatilidad argentina

La industria tealera argentina enfrenta estándares estrictos para llegar a mercados como Estados Unidos, Europa y Sudamérica. Desde el proceso de oxidación del té negro hasta los análisis microbiológicos y físico-químicos, la calidad debe ser constante y adaptable a las exigencias de cada cliente.

La exportación de té exige una serie de controles, protocolos y criterios de calidad que determinan si un producto puede o no ingresar a los mercados más exigentes del mundo. En este contexto, la experiencia de las industrias misioneras resulta clave para garantizar un estándar que responda tanto a las normas nacionales como a los requisitos específicos de cada destino.

Mayra Rolim, ingeniera en Alimentos y responsable de control de calidad en Klimiuk Infusiones, explica que la empresa elabora té negro de distintos grados, que luego se combinan para crear blends adaptados a lo que solicita cada cliente. Esta flexibilidad es fundamental para responder a un mercado internacional diverso.

Consultada sobre qué es exactamente el té negro, Rolim detalla que la diferencia central con otros tipos de té es el proceso de oxidación. “La hoja pasa de un color verde a un color negro mediante una oxidación enzimática; al cortarse y tomar contacto con el oxígeno, cambia su coloración porque se oxida su contenido celular”, señala.

Para garantizar la calidad del producto, cada muestra de té que ingresa al laboratorio pasa por una serie de exámenes. Aunque el té se consume infusionado —frío o caliente—, todos los análisis microbiológicos, físico-químicos y de metales pesados se realizan sobre el producto seco, respetando tanto el Código Alimentario Argentino como las normas del país destino.

Las exigencias varían notablemente entre mercados. “Estados Unidos, Europa y otros países de Sudamérica tienen requisitos muy diferentes. Aunque el té negro sea el mismo, no se busca que cumpla con las mismas características si va a consumirse frío o caliente”, explica la especialista. Para cada formato, los controles se enfocan en parámetros distintos.

En cuanto a los departamentos sanitarios y los requisitos obligatorios, Rolim señala que la clave está en comprender qué producto quiere obtener el cliente y adaptar el proceso industrial para alcanzarlo. El té argentino, desde su origen, ofrece gran versatilidad gracias a los tiempos y temperaturas que se pueden ajustar durante la producción.

Esa versatilidad es indispensable cuando se exporta té para infusiones frías, como ocurre con parte de la producción que va a Estados Unidos. En esos casos, se exige que la bebida resultante sea transparente y no se vuelva turbia al enfriarse. En cambio, para infusiones calientes se priorizan otras propiedades relacionadas con cuerpo, color, aroma y presencia en taza.

“Color, taza, aroma… todo forma parte de un conjunto de especificaciones que define estrictamente el cliente”, afirma Rolim. La empresa debe ser capaz de igualar la muestra aprobada y, además, reproducirla de manera idéntica a lo largo del tiempo, lo que implica un control continuo de calidad durante la zafra.

La calidad del té no es uniforme durante toda la cosecha. Factores como la lluvia, la sequía y el estado de la planta influyen en el resultado final. Por eso, una de las habilidades técnicas más importantes de las industrias es manejar recursos que permitan compensar esas variaciones.

La mezcla de distintos grados o momentos de cosecha forma parte de esa estrategia. “Se pueden mezclar diferentes cosechas del año siempre y cuando respondan a lo aprobado”, dice la ingeniera. Esta práctica permite estabilizar la calidad ante cambios climáticos o estacionales.

Aunque hoy existe una amplia gama de tés —oolong, verde, blanco, entre otros—, Klimiuk Infusiones centra su producción en té verde y, principalmente, té negro. Este último es el más versátil y el de mayor consumo en los mercados internacionales, motivo por el cual se trabaja con distintos grados para alcanzar perfiles variados.

La empresa también produce blends, aunque enfocados exclusivamente en combinaciones de distintos tipos de té negro. No elaboran mezclas con flores, frutas o aromatizantes, aunque sí proveen la materia prima para que los clientes realicen ese tipo de blends en sus propios países, completando así la cadena de valor del producto exportado.

Entrevista realizada por Fernando Tejedor en el programa “Tecnificando el Agro”, transmitido por streaming de Misiones Online.

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