Adaptarse para crecer: los desafíos del té argentino en su ingreso a Asia y Medio Oriente

El ingeniero agrónomo Helmuth Kummritz, del Ministerio del Agro, gerente del Consorcio de Exportación de Té y Yerba Mate, detalla cómo el consorcio de exportación logró abrir nuevos mercados para el té argentino en China y Medio Oriente, los cambios que debieron implementar las empresas y por qué diversificar destinos es una estrategia clave para el sector.

La inserción del té argentino en mercados exigentes y culturalmente diversos dejó de ser un objetivo lejano para convertirse en una realidad concreta. Así lo explicó Helmuth Kummritz, ingeniero agrónomo del Ministerio del Agro, quien destacó el rol del consorcio de exportación y el trabajo articulado con organismos nacionales e internacionales para abrir puertas en Asia y Medio Oriente.

El consorcio está integrado por seis empresas y cuenta con el apoyo de la Agencia Argentina de Comercio Internacional, la Fundación ICBC y Cancillería”, señaló. Gracias a esa estructura, el sector pudo acercarse a destinos estratégicos mediante misiones comerciales organizadas por embajadas y consulados.

Entre esas acciones, sobresale el trabajo del consulado argentino en Hong Kong. “La verdad que tengo que reconocer el excelente trabajo que hicieron. Nos reunieron con los principales importadores de té, no solo de Hong Kong, sino también de China”, destacó Kummritz, recordando la participación en la Feria de Alimentos de Shanghái y en la Feria Internacional del Té de Hong Kong.

Ese primer contacto fue decisivo para acceder a un país que domina el mercado global. “China produce 3.400 millones de kilos de té, más de la mitad del total mundial”, explicó. Por eso, cuando el consorcio evaluó vender té en ese país, él mismo bromeó: “Es casi como querer vender hielo en la Antártida”. Sin embargo, el resultado fue sorprendente.

Nos fue muy bien, gratamente sorprendidos. Las empresas chinas mostraron un interés muy fuerte en el té argentino”, afirmó. Ese interés permitió comenzar con el envío de los primeros contenedores, aunque requirió hacer ajustes dentro de las fábricas misioneras.

La razón es que el consumo chino es muy diferente al estadounidense. “A Estados Unidos le vendemos té para bebidas frías, un producto neutro en aroma y sabor, porque lo saborizan después”, explicó. En cambio, China consume té puro, caliente, con cuerpo y elaborado con métodos tradicionales.

Tuvimos que rescatar las viejas enruladoras de té, engrasarlas, comprar rulemanes y ponerlas en funcionamiento. Para el mercado chino el té no puede estar tan molido; debe elaborarse ortodoxo”, detalló. Ese regreso a tecnología antigua permitió acercarse al perfil sensorial que busca el consumidor asiático.

Sobre el destino final del producto, señaló que, por ahora, el té argentino ingresa a China a granel y se usa en blends junto con té chino. En cambio, el mercado que exige producto envasado es el árabe, aunque ahí surge un obstáculo logístico: “Cuando mandamos envasado, exportamos mucho aire por el packaging. El flete nos deja fuera de competencia”.

Para sortear esa dificultad, el consorcio volvió a evaluar una alternativa conocida: envasar en Dubái. “Visitamos un centro de envasado donde operan las principales empresas europeas y americanas. Estamos trabajando para envasar ahí y entrar al mercado árabe con marca argentina”, indicó. La flexibilización reciente, que ya no exige un socio local, favorece este plan.

Kummritz también resaltó la importancia de diversificar mercados y reducir la dependencia histórica de Estados Unidos. “Si logramos crecer un 10% en otros destinos, le da un colchón enorme a las empresas”, explicó. Y recordó que avances pasados pueden recuperarse.

Un ejemplo es Rusia, donde Argentina había logrado un crecimiento sostenido. “Doblábamos ventas año a año hasta que estalló la guerra y el bloqueo comercial nos frenó. En cuanto termine este conflicto queremos volver, porque es un mercado sumamente interesante”, afirmó.

Más allá de la coyuntura, una sorpresa adicional marcó este proceso: “Ni en el mercado árabe ni en China sabían que Argentina produce té”, dijo Kummritz. Pero ahora la situación cambió. Con presencia en ferias, misiones comerciales y ajustes productivos, el té argentino comienza a hacerse un lugar en mercados donde antes ni siquiera era conocido.

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